sábado, 15 de agosto de 2020

Ezequías Blanco

CONSIGUIENDO LA COMPLICIDAD LECTORA

TIERRA DE LUZ BLANDA – Ezequías Blanco

        Me pregunto con frecuencia cómo siendo poeta o por lo menos creyéndome un poco que lo soy, me cuesta tanto conectar con el sentimiento y el mensaje que los poemarios, uno tras otro, tratan de hacerme llegar, como lector, sin conseguirlo.

        Y me contesto también, coincidiendo con lo afirmado por Enrique Gracia Trinidad en el prólogo de “Tierra de luz blanda”, que no es por la falta de sinceridad, expresividad, musicalidad o efectos plásticos y metafóricos empleados en ellos, ya que la mayor parte gozan de esos aderezos, sino por carecer de lo necesario para conectar con el lector, haciéndole cómplice de aquello que el autor está tratando de transmitirle.

        Para mí éste es, sobre todo, el logro de Ezequías Blanco en el intenso y acertado aproximarnos al difícil compartir de las dolencias propias.

        La madurez y maestría ya contrastadas del autor, permite sin la menor ampulosidad ni artificio, que podamos acercarnos y ser llevados de su mano por los lugares de angustia e incertidumbre hospitalaria que le atañeron y sentir con él, de algún modo, las esquinas siniestras de los pasillos, los anónimos artilugios ajenos a la normalidad exterior, la obra dramática que se interpreta, en fin, en las bambalinas de los quirógrafos y así poderle acompañar en su evolución de paciente “paciente” a ciudadano renovado en los bancos de los jardines y parques, que nos recuerdan tras las convalecencias, que vivir debe ser siempre añadir nuevas perspectivas a la esperanza.

        Es el único secreto, pues, y vital en el caso de la poesía, conseguir la complicidad apuntada, algo de lo que carecen la mayoría de los poetas actuales, enfrascados en un teórico hablar sincero que no es tal, sino parafernalia de recursos que amagan sinceridad pero regalan lejanía.

        Felicito pues a Ezequías Blanco por su aportación al buen hacer literario con este “Tierra de luz blanda” y ojalá sirva al lector, como a mí me ha servido, para valorar la libertad que deberíamos sentir constantemente en el exterior de los hospitales.

        Releyendo “Sobre todo nada” de Miguel Albero premio Gil de Biedma 2011, alcanzo a entender que sin tener “Tierra de luz blanda”, en principio, pretensiones de alcanzar ningún galardón prominente, no debe envidiar en nada los esfuerzos, que han hecho otros poetas renombrados, por superar la incomprensibilidad de la muerte, amenazante detrás de cada enfermedad que se encapricha de nosotros.

        Recomiendo esta accesible y sensible lectura y felicito, para acabar, la extraordinaria edición realizada por Los Libros del Mississippi, que bajo la batuta de Antonio Benicio Huerga Fierro, alcanza aquí la excelencia deseada por un libro de poesía que se precie.

        A saber: excelente maquetación, respiración de los poemas y exquisito cuidado de que la mirada lectora pueda deslizarse agradablemente por cada una de las páginas del libro.

        Enhorabuena pues a todos los implicados en este encomiable producto final.

Norberto García Hernanz


1 comentario:

  1. Acertada reseña, Norberto. Ezequías Blanco se lo merece, y su libro, por supuesto. Aprovecho para recordarte que mi apellido en Gracia y no García.
    Un saludo.
    Enrique Gracia Trinidad

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