sábado, 28 de noviembre de 2015

Eva Sarrias Rodríguez

  MEMORIA DEL CUERPO - Eva Sarrias Rodríguez (Editorial Círculo Rojo) 

     Querríamos que el amor llegara a nuestra vida para quedarse en ella de forma dulce, sensual y apasionada, sin perder, ni un ápice de la intensidad tanto corporal como espiritual que en la espera de su venida siempre nos prometió. Sin embargo, como podemos observar en la lectura de este poema, representativo del poemario recién presentado por Eva Sarrias, el amor deseado, llega a nosotros, en general, de una forma menos idílica de la esperada, de una forma menos corporal y pasional y si tenemos la fortuna de que lo haga de ese modo, siempre será bajo la amenaza de lo precario, lo efímero y lo transitorio. 
      De ahí que "el amor se adormece para extinguirse casi sin haber percibido su grandeza" , de ahí la idealización del encuentro furtivo con el ser amado, la sublimación de su corporalidad, de ahí  la memoria de esa carnalidad, de ese olimpo de los dioses griegos que con sus pectorales aceitados y atléticos inundan de promesas sensuales y eróticas, el deseo de alcanzar la felicidad y la plenitud.
     El poemario se presenta dividido en dos partes, con el nexo común de la citada corporalidad masculina idealizada. En la primera, "Placeres Efímeros", se abunda en la idea del deseo y sensualidad, como herramienta pasional que conduce al amor, pero que suele dejar siempre un poso de insatisfacción, ya que nunca conseguimos aprehender del todo, poseer del todo, la parte espiritual de esa posesión material del objeto amado.
   Seguramente por eso, en la segunda parte: "Evasión", Eva, devuelve a su medio natural, al Adonis y al Apolo, es decir, a aquel entorno deportivo donde ese cuerpo, objeto de deseo y de enamoramiento, se ha desarrollado y formado y donde en realidad cumple su función corporal más significativa. La autora expresa así su deseo de que ese cuerpo, objeto de culto, continúe cultivándose libre de las ataduras amorosas, que de algún modo le privan de la pureza original y virginal de la que proviene. El deporte alcanza en esta parte del poemario, la categoría de elemento purificador que sacando de las alcobas a los amantes, les hace comprender un significado más profundo del amor, en la belleza de la tersura muscular.
El etéreo Psicobloc, el contingente Salto Base, el irreal Submarinismo, al ir más allá de cualquier utilidad terrestre, da a los cuerpos musculosos y endurecidos, la categoría angélica y espiritual necesaria, para que el amor y el erotismo, comulguen en una misma y apasionada celebración. ¡Enhorabuena a su autora por esta acertada conjunción poética!      Norberto García Hernanz

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