"EL RECELO DEL AGUA" Ediciones Rialp S.A.
BELLEZA DE LA CONSTATACIÓN
¿Quién dijo que, para construir un mensaje
poético cargado de musicalidad y contenido consistente, hubiera que emplear
extrañas artimañas lingüisticas o engolamientos pseudo surrealistas?
En “El recelo del agua” tenemos el ejemplo
claro de cómo se puede llegar al lector, con un poemario capaz de ser finalista
en un premio de máxima importancia para las voces jóvenes, como es el Adonáis,
y a la vez emplear recursos estilísticos afables y cercanos a la comprensión
lectora, así como cargados de un entrañable sentimiento de empatía por aquello
que sufre y alienta alrededor de la autora, en ese periodo difícil, casi
siempre, que discurre entre la infancia y la madurez.
Creo que se
equivocan los que quieren ver en este poemario una renovación de la poesía de
carácter social, o una reflexión sobre la intrahistoria española reciente.
Si ese fuera
el caso, nos toparíamos, en su lectura, con reproches, arengas, sentencias
ejemplificantes e imperativos categóricos propios de la poesía reivindicativa,
en vez de ese lenguaje transparente y realista que expone las experiencias
tristes y amargas de una familia que, como tantas otras, sufrieron en el siglo
pasado el desarraigo de tener que abandonar el medio natural, el poblado, el
cerro, donde habitaron, durante tantos años.
No encontraremos pues, en “El recelo del
agua”, reproches, sino constatación de las dificultades y temores que los
ancestros tuvieron que experimentar, para que la autora pudiera, después de esa
generación “perdida”, resurgir , volar, superar los temores de esa infancia
“Cansada de producirme en símbolos ajenos,…” (Surcos)
Esas
constataciones fundamentalmente asépticas, son para mí lo más bello del
poemario y sólo se trasgreden en momentos puntuales, para no flaquear, para
evitar el derrumbamiento interior.
“…y recuerdo
cómo anhelamos
la punzada de
la rabia
para no
flaquear
en el momento
de los cierres.” (Desalojo)
Además, la asepsia descarnada
y creo que provocada, no deja ni siquiera lugar a los deseos, salvo una
excepción en:
“Hubiera
querido que la inocencia
de
nuestras cartulinas de colores
hubiera
sido izada con las cañas
usadas
para varear los almendros.” (Manuales
heredados)
Como digo,
todo es pura descripción de lo que acontece. Es como si la autora no quisiera hacer
el mínimo juicio de valor y nos dejara a nosotros plena libertad para dictaminar
sobre los acontecimientos.
En definitiva,
la constatación de los hechos acaecidos, desde que alguien decidiera descender
del cerro
“Pero
el cerro ya “es una piedra
donde
sentarse a inventarnos los ayeres” (Manuales heredados)
“decidieron
bajar del cerro” (Trajes amarillos)
“Y
un temor hondo que ata
cada
vez que miro a mi madre
que
también se llama María
y
aún recuerda a qué edad
bajó
del cerro.” (cierre)
para ganarse la vida en
la ciudad y medrar, hasta conseguir que los hijos pudieran superar esas
penurias reflejadas en los surcos de las manos y en las uñas gastadas,
manchadas, trituradas por el duro trabajo,
“Las
manos de mi madre
tienen
el olor ácido
de
las naranjas -y las uñas negras (Manos I)
“En
los recuerdos infantiles
mi
madre no tiene manos” (Manos I)
“Yo
vuelvo de vez en cuando a casa
e
intento devolverle
las
manos a mi madre.” (Manos III)
“Si
fuera tierra lo que ensucia sus uñas” (María IV)
“Debajo
de las uñas,
ahí
es donde se sienten
los
perros desbocados de la sangre.” (Debajo de las uñas)
son los ingredientes que, junto con la
desnudez de la palabra clara, abierta y sin dobleces de Bibiana Collado
Cabrera, nos transporta, fehacientemente, a un duro pasado, donde habiendo
culpables, estos no son vilipendiados ni expuestos a la ira ni al escarnio del
sufrido parroquiano, sino que constituyen un elemento más de la historia.
Historia que,
por otra parte, la autora dignifica con su aséptico relato, ya que es la fuerza
del poemario en sí misma, la que se encarga de hacer la reivindicación de un
mundo mejor, en el que no haya favoritismos para los patronos, no haya que
emigrar para conseguir un mínimo de salario y no haya que desarraigarse del
lugar en el que te hubiera gustado vivir.
Habría
que preguntarle a Bibiana Collado, qué tipo de sensaciones recorrieron su ánimo
al recordar estos pasajes complicados de la adolescencia, pero imagino que el
mero hecho de crear estos bellos poemas descriptivos de esa realidad que vive
de primera mano y a través de su madre y abuela, supuso un lenitivo ejercicio
de reconciliación con todo el duro proceso que desemboca en su vida presente,
del cual es heredera y gracias al que, como podremos leer, “su vestido fue
blanco, sus inviernos no son de piedra y cal y no vio partir cayados contra
higueras, ni se hirió las manos con las vides.”
En
consecuencia, Bibiana consigue con “El recelo del agua” un poemario capaz de
transmitirnos, mediante un relato rotundo, un mensaje unitario de constatación
de la dura vivencia, sin la acritud suficiente como para convertirlo en alegato
reivindicativo (cosa que yo particularmente agradezco) y si algo pudiera tener
en esa línea, es el propio poemario el que se encarga de hacerlo por sí solo,
sin que la autora se vea obligada a enfatizar ni exagerar en ningún momento.
Aparte
de estos méritos apuntados, en cuanto a la historia contada, cabe hacer
especial referencia a los méritos poéticos de la autora, en cuanto a la
musicalidad de la lectura y el empleo de determinados recursos estilísticos,
entre los cuales es muy reseñable el de crear una pausa entre dos palabras de
determinados versos, para, “focalizar la atención en determinados elementos
léxicos que puedan ser clave para la interpretación del poema, así como
contribuir a la elaboración del ritmo”.
“mi madre
no tiene manos”
“sin atrevernos a preguntar”
“la pequeña maraña nerviosa”
“ese minuto, justo antes,
“que
se sabe mentira, que se sabe truncada.
“lentitud cada una de sus puertas”
Como curiosidad final señalaremos
que, en el poemario, aunque exista un tema claro y definido que se desarrolla
en sus diferentes apartados, también existen poemas complementarios que en
apariencia mantienen su línea propia, con significados de orden más general o
universal pero que, según el lector comprobará, están relacionados con el tema
principal apuntado.
Cabe reseñar en ese sentido “Villa
Olmedo” donde somos trasladados a un yacimiento arqueológico en el que se reflexiona
sobre la identidad y la relación entre la representación y lo representado, y “El
beso de Judas” de carácter ecfrástico.
Poemario completo pues, que
anuncia una futura madurez consolidada, en el quehacer poético de Bibiana
Collado Cabrera.
Norberto García Hernanz
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