lunes, 12 de febrero de 2018

Bibiana Collado Cabrera



                  "EL RECELO DEL AGUA"               Ediciones Rialp S.A.


BELLEZA DE LA CONSTATACIÓN

         ¿Quién dijo que, para construir un mensaje poético cargado de musicalidad y contenido consistente, hubiera que emplear extrañas artimañas lingüisticas o engolamientos pseudo surrealistas?
        
         En “El recelo del agua” tenemos el ejemplo claro de cómo se puede llegar al lector, con un poemario capaz de ser finalista en un premio de máxima importancia para las voces jóvenes, como es el Adonáis, y a la vez emplear recursos estilísticos afables y cercanos a la comprensión lectora, así como cargados de un entrañable sentimiento de empatía por aquello que sufre y alienta alrededor de la autora, en ese periodo difícil, casi siempre, que discurre entre la infancia y la madurez.

Creo que se equivocan los que quieren ver en este poemario una renovación de la poesía de carácter social, o una reflexión sobre la intrahistoria española reciente.

Si ese fuera el caso, nos toparíamos, en su lectura, con reproches, arengas, sentencias ejemplificantes e imperativos categóricos propios de la poesía reivindicativa, en vez de ese lenguaje transparente y realista que expone las experiencias tristes y amargas de una familia que, como tantas otras, sufrieron en el siglo pasado el desarraigo de tener que abandonar el medio natural, el poblado, el cerro, donde habitaron, durante tantos años.

 No encontraremos pues, en “El recelo del agua”, reproches, sino constatación de las dificultades y temores que los ancestros tuvieron que experimentar, para que la autora pudiera, después de esa generación “perdida”, resurgir , volar, superar los temores de esa infancia “Cansada de producirme en símbolos ajenos,…” (Surcos)

Esas constataciones fundamentalmente asépticas, son para mí lo más bello del poemario y sólo se trasgreden en momentos puntuales, para no flaquear, para evitar el derrumbamiento interior.

“…y recuerdo cómo anhelamos
la punzada de la rabia
para no flaquear
en el momento de los cierres.” (Desalojo)

Además, la asepsia descarnada y creo que provocada, no deja ni siquiera lugar a los deseos, salvo una excepción en:

“Hubiera querido que la inocencia
de nuestras cartulinas de colores
hubiera sido izada con las cañas
usadas para varear los almendros.”   (Manuales heredados)

Como digo, todo es pura descripción de lo que acontece. Es como si la autora no quisiera hacer el mínimo juicio de valor y nos dejara a nosotros plena libertad para dictaminar sobre los acontecimientos.

En definitiva, la constatación de los hechos acaecidos, desde que alguien decidiera descender del cerro

“Pero el cerro ya “es una piedra
donde sentarse a inventarnos los ayeres” (Manuales heredados)

“decidieron bajar del cerro” (Trajes amarillos)

“Y un temor hondo que ata
cada vez que miro a mi madre
que también se llama María
y aún recuerda a qué edad
bajó del cerro.”   (cierre)

para ganarse la vida en la ciudad y medrar, hasta conseguir que los hijos pudieran superar esas penurias reflejadas en los surcos de las manos y en las uñas gastadas, manchadas, trituradas por el duro trabajo,

“Las manos de mi madre
tienen el olor ácido
de las naranjas -y las uñas negras (Manos I)
“En los recuerdos infantiles
mi madre          no tiene manos” (Manos I)
“Yo vuelvo de vez en cuando a casa
e intento devolverle
las manos a mi madre.” (Manos III)
“Si fuera tierra lo que ensucia sus uñas” (María IV)
“Debajo de las uñas,
ahí es donde se sienten
los perros desbocados de la sangre.” (Debajo de las uñas)

son los ingredientes que, junto con la desnudez de la palabra clara, abierta y sin dobleces de Bibiana Collado Cabrera, nos transporta, fehacientemente, a un duro pasado, donde habiendo culpables, estos no son vilipendiados ni expuestos a la ira ni al escarnio del sufrido parroquiano, sino que constituyen un elemento más de la historia.

Historia que, por otra parte, la autora dignifica con su aséptico relato, ya que es la fuerza del poemario en sí misma, la que se encarga de hacer la reivindicación de un mundo mejor, en el que no haya favoritismos para los patronos, no haya que emigrar para conseguir un mínimo de salario y no haya que desarraigarse del lugar en el que te hubiera gustado vivir.

         Habría que preguntarle a Bibiana Collado, qué tipo de sensaciones recorrieron su ánimo al recordar estos pasajes complicados de la adolescencia, pero imagino que el mero hecho de crear estos bellos poemas descriptivos de esa realidad que vive de primera mano y a través de su madre y abuela, supuso un lenitivo ejercicio de reconciliación con todo el duro proceso que desemboca en su vida presente, del cual es heredera y gracias al que, como podremos leer, “su vestido fue blanco, sus inviernos no son de piedra y cal y no vio partir cayados contra higueras, ni se hirió las manos con las vides.”

         En consecuencia, Bibiana consigue con “El recelo del agua” un poemario capaz de transmitirnos, mediante un relato rotundo, un mensaje unitario de constatación de la dura vivencia, sin la acritud suficiente como para convertirlo en alegato reivindicativo (cosa que yo particularmente agradezco) y si algo pudiera tener en esa línea, es el propio poemario el que se encarga de hacerlo por sí solo, sin que la autora se vea obligada a enfatizar ni exagerar en ningún momento.

         Aparte de estos méritos apuntados, en cuanto a la historia contada, cabe hacer especial referencia a los méritos poéticos de la autora, en cuanto a la musicalidad de la lectura y el empleo de determinados recursos estilísticos, entre los cuales es muy reseñable el de crear una pausa entre dos palabras de determinados versos, para, “focalizar la atención en determinados elementos léxicos que puedan ser clave para la interpretación del poema, así como contribuir a la elaboración del ritmo”.

 “mi madre     no tiene manos”
 “sin atrevernos       a preguntar”
 “la pequeña maraña        nerviosa”
 “ese minuto,         justo antes,
“que se sabe mentira,   que se sabe truncada.
 “lentitud        cada una de sus puertas”

Como curiosidad final señalaremos que, en el poemario, aunque exista un tema claro y definido que se desarrolla en sus diferentes apartados, también existen poemas complementarios que en apariencia mantienen su línea propia, con significados de orden más general o universal pero que, según el lector comprobará, están relacionados con el tema principal apuntado.
Cabe reseñar en ese sentido “Villa Olmedo” donde somos trasladados a un yacimiento arqueológico en el que se reflexiona sobre la identidad y la relación entre la representación y lo representado, y “El beso de Judas” de carácter ecfrástico.

Poemario completo pues, que anuncia una futura madurez consolidada, en el quehacer poético de Bibiana Collado Cabrera.


Norberto García Hernanz

No hay comentarios:

Publicar un comentario