domingo, 19 de mayo de 2019

Ariadna G. García


CIUDAD SUMERGIDA

       Paradójicamente, estos tiempos cargados de insolidaridad, contaminación, degradación del medio ambiente e irreversibilidad en ciertos estados naturales, fundamentalmente por causa de la intervención humana, son tiempos en los que la conciencia ecológica es mayor que en cualquier otro momento histórico.

       Nunca antes fuimos conscientes de que lo que nos rodea, forman parte de un solo y delicado sistema, que peligra si cualquiera de sus componentes desaparece y sabiéndolo no estamos haciendo lo que debieramos.

      Esa paradoja motiva que los pensadores contemporáneos y entre ellos los poetas, se asombren de la inacción general y falta de compromiso, respecto al futuro inminente que amenaza con hacernos desaparecer, en favor de la inmediatez y entrega al consumo frenético que a diario desgasta y degrada el medio heredado que esta sociedad debiera legar a generaciones venideras.

      Así en su octavo poemario “Ciudad sumergida”, vemos como Ariadna G. García se ve imbuida en las disquisiciones propias de una poeta comprometida con su época, que trata de entender eso proceso, esa circunstancia que zarandea nuestro planeta haciendo peligrar la viabilidad de su futuro.

     Ese intenso soliloquio, genialmente solucionado literariamente con versos alejandrinos en gran parte, que provocan una intensa armonía tribal como tam-tam ancestral, se desarrolla en los distintos apartados de poemario, con objeto de comunicar el problema que detecta la autora sobre esa pasividad que puede llevarnos a la destrucción.

       Pero antes de llegar al núcleo de la obra, que se desarrolla principalmente en TIERRA, Ariadna hace, en los apartados iniciales DEVENIR y MEMORIA, un proceso de conexión con su pasado, con sus recuerdos, como tratando de entender qué es lo que su proceso existencial la ha legado a través de sus ancestros y experiencias pretéritas. 

        Curioso que aquel pasado austero y precario, tan alejado de la actual conciencia ecológica universal, pueda impulsarnos, darnos lecciones respecto de lo prescindible que haría nuestra vida menos artificial, más humana y más respetuosa con el entorno.

        Pero así es y es ese el punto de partida, el trampolín desde el cual la autora va a iniciar su proceso de concienciación y concienciador para luego dar el salto y avanzar, en ORIGEN, con la semilla germinal que crece en el vientre, aquella que supondrá la continuidad, la herencia y que desea encuentre un planeta no peor que el que ella encontró, un planeta en el que se produzcan condiciones adecuadas y sostenibles para la felicidad de la siguiente generación y de muchas más.

      El desenlace de este proceso reivindicativo, viene a ser la utopía de una ciudad interior donde, desnudos de nuestras ataduras, libres de nuestros miedos, podamos entender el mensaje concluyente que nos permita solucionar el gran problema de Gaia, herida severamente a estas alturas del siglo XXI.

        Es de agradecer la frescura, elegancia, honestidad y sencillez que Ariadna nos regala en este maduro poemario, sabiamente estructurado, así como el deleite que nos hace sentir al leer de forma inteligible y no por ello carente de simbolismos y metáforas, todos los poemas de que consta. Muchas gracias.





No hay comentarios:

Publicar un comentario